lunes, 25 de julio de 2011

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Destello

Nuestros gritos se escuchaban desde bastante lejos. Pegué un salto para mirar cuánta gente, cuántas cuadras de gente había detrás de nosotros. No terminaba nunca. Seguí alzando el lienzo y empuñando mi mano. El viento azotaba mi cara, me recordó al campo dónde solía vivir. Vivía con mis abuelos en una casita en medio de un pueblo perdido cerca de la ciudad. No sé cómo, pero llegué a la Universidad, mis padres no lo hubieran aprobado, pero estaba con mis abuelos por eso mismo, por la forma de ser de aquéllos. Ahora dejaba todo para poder realmente emprender y me encuentro con que el motor de toda la vida, me arruina la vida misma: el Dinero. 2011, movimiento estudiantil, yo, una de las principales organizadoras de mi facultad. Ahora, que con todas mis fuerzas y energía proveniente de mil pulmones gritaba insultado a Piñera, sentía la vibración insoportable de mi celular en mi bolsillo, era mi abuelo. Mi abuela tenía alzhéimer desde hace algunos años, yo veía como se iba desgastando, como perdía la noción del tiempo, de los parámetros de la sociedad. A veces quería ser como ella y obviar todo, evadir por completo las estúpidas reglas éticas, morales y cuánta mierda más se les pueda ocurrir. Sin embargo, algo de sí  misma se iba perdiendo. Ya no era la misma mujer con la que mi abuelo se había casado,  era una niña a quien costaba controlar, una niña a la cual costaba besar sin sentirse un poco ridículo. Los insultos producto de su mente enferma fueron alejando a mi abuelo y lo sumergieron en la pesca. Llegaba tarde a casa y mi abuela seguía junto a la chimenea hablando incoherencias y tirando garabatos. No creía que la situación hubiera mejorado desde que me fui, así que contesté. Estaba pésimo, se estaba muriendo. Mi abuela, aquella que yo vi sana y salva hace tanto tiempo…qué recuerdos tan borrosos aquellos que ilustraban su bienestar, su plenitud. Ahora no era más que una mujercita enclaustrada en un cuerpo anciano, no era más que una niña descarriada tomándole la mano a un viejo ochentero. Sentí como lloraba mi abuelo y me llamaba para que la pudiera cuidar junto a él, que me dejara de estupideces, de andar haciendo “destrozos”, de estar exponiendo mi vida por unos borrachos universitarios, por una gente que según él, no merecía lo que pedía. Preferí callarme, al parecer, la lucidez de su mente se estaba yendo junto a mi abuela. A pesar de que tomé un bus hacia la casa de campo, no decidí abandonar el movimiento y por más que me rogó mi abuelo, esto sólo fortaleció más  mi hambre de cambio. ¿Por qué habría de renunciar a mis ideales? Mis ideales eran mis pensamientos, mis pensamientos lo que yo eran, era como si dejara de luchar mi propia integridad física- psicológica, no, definitivamente no lo haría. Me quedé una semana entera con ellos. La noche del domingo la cosa se puso fea, mi abuelo dormitaba a su lado y yo entré para llevarle sopa, ya no quería ni comer. Me insultó dentro de su agonía, no me reconoció, yo era una ladrona, una empleada ladrona que había seducido a su novio con el cual ella se casaría al otro día, y claro, de pronto la casa pasaba a ser un internado lleno de niñas huérfanas que esperaban a un príncipe azul con el cual ella soñaba a diario. Entre sus fiebres pasaba de la alegría a la rabia, del conformismo a la revelación. Salí de la pieza porque me echaba a gritos y temía que despertara a mi abuelo, sin embargo, ya lo había hecho. Me quedé mirando por la rendija. Él la miraba con dulzura y lástima, entre medio de los suspiros agónicos,  mi abuela pronunció su nombre, y si mal no recuerdo, fue lo último que dijo. Lo reconocía ¡LO RECONOCÍA! Y con eso a él le bastaba para morir junto a ella en paz. La mano decadente se acurrucó en la firme. Pienso con lágrimas en los ojos, tras la luz tenue del pasillo, en la marcha que tengo al otro día. Comprendo la hermosura del movimiento, tan semejante a esta revolución que estoy viendo. Se pulverizan las vidas con tanta hermosura… a pesar de que nos están matando en vida, seguimos teniendo los ojos hermosos de mi abuelo, aquellos ojos grises pero brillosos, con esos ojos, miramos nuestro futuro, con un simple destello de esperanza porque nuestro país enfermo por neurona podridas y  controladoras, aquellas pocas que consumen toda la materia gris para seguir engordando, nos RECONOZCAN, se acuerden de nosotros. Comprendo a mi vida entera, a nuestras jóvenes vidas enteras plasmadas en la lucha eterna y bella de esta pareja de ancianos.
 Ególupus.-

Bailo junto al fango, que eleva mi cerebro

Pálidas pastillas, que me estoy intoxicando, para ver la vida desde el borde del ocaso, fuerte es el engaño cuando lo miran de abajo, de guerra inocente un niño sin un abrazo....golpeando mi guitarra MUERDO RABIA DE ESTE MUNDO...
http://www.youtube.com/watch?v=srE--SDWRuw

Kaski <3